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Tratamiento médico para la fascitis plantar: qué esperar y qué no
El abordaje médico convencional de la fascitis plantar suele enfocarse en controlar el dolor y la inflamación. Los recursos más utilizados incluyen antiinflamatorios, reposo relativo, taloneras o plantillas ortopédicas y, en algunos casos, fisioterapia estándar o infiltraciones. Este enfoque puede ser útil para reducir el malestar en fases agudas, pero no siempre resuelve el origen del problema. Si solo se calma el síntoma sin corregir la causa (como un mal apoyo, un desequilibrio muscular o un exceso de tensión en la fascia), el alivio suele ser temporal. Aquí te explicamos cuándo este tipo de tratamiento es recomendable, en qué casos puede quedarse corto y cómo integrarlo en una recuperación más profunda.

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Antiinflamatorios para la fascitis plantar: cuándo ayudan y cuándo no
En los primeros días de dolor agudo, el médico puede recetar antiinflamatorios no esteroideos (como ibuprofeno o naproxeno) para disminuir la inflamación local. También se usan cremas o geles con efecto analgésico. Estos medicamentos pueden aliviar el dolor al caminar o al apoyar el talón, pero su acción es puramente sintomática: no corrigen el exceso de tensión en la fascia, ni mejoran la forma en que el pie se mueve o se apoya. Además, su uso prolongado puede tener efectos adversos. Por eso, deben verse como un recurso temporal, no como una solución. Si el dolor vuelve al dejar la medicación, es señal de que hay que trabajar en la causa, no solo en el síntoma.
Plantillas, taloneras y calzado terapéutico: alivio mecánico para el talón
Uno de los recursos más utilizados en el tratamiento médico de la fascitis plantar son las plantillas ortopédicas o las taloneras de silicona. Su objetivo es redistribuir la presión del pie y amortiguar el impacto al caminar. Estas ayudas pueden reducir el dolor, especialmente si pasas muchas horas de pie o caminas en superficies duras. Sin embargo, si no están bien adaptadas o se utilizan como única estrategia, el efecto suele ser limitado. El calzado también juega un papel fundamental: debe tener buena sujeción, un poco de elevación en el talón y evitar suelas planas o muy blandas. El soporte externo ayuda, pero la clave está en recuperar también el soporte interno del cuerpo.
“Tú tienes poder sobre tu mente, no sobre los acontecimientos. Date cuenta de esto y encontrarás tu fuerza”
-Marco Aurelio
Infiltraciones en el talón: una opción puntual para casos más severos
Cuando el dolor no mejora tras varias semanas de tratamiento conservador, el médico puede sugerir una infiltración de corticoides en la zona del talón. Esta técnica tiene un efecto antiinflamatorio potente y puede ofrecer un alivio importante, pero no está exenta de riesgos. Si se abusa de ella o se realiza de forma repetida, puede debilitar la fascia plantar e incluso aumentar el riesgo de rotura. Por eso, esta opción se reserva para casos muy específicos, donde el dolor es incapacitante y no hay respuesta a otros tratamientos. Si decides aplicarla, es fundamental que venga acompañada de una estrategia para corregir la causa del problema.
¿Cuándo se considera la cirugía en la fascitis plantar?
La cirugía es el último recurso dentro del tratamiento médico de esta patología. Se indica solo cuando el dolor persiste durante más de 6 a 12 meses, a pesar de haber probado otros tratamientos conservadores. Las intervenciones más comunes incluyen la liberación parcial de la fascia plantar o la extracción de tejido inflamado. Aunque puede ofrecer resultados positivos en algunos casos, no está exenta de complicaciones: dolor residual, cicatrices dolorosas o alteraciones en la biomecánica del pie. Por eso, solo se recomienda cuando el dolor afecta seriamente la calidad de vida del paciente y tras una evaluación completa. En la mayoría de los casos, no es necesario llegar tan lejos.


¿Quiénes somos?
Somos Iñigo y Roberto Junquera, creadores del portal de contenido de FisioOnline y de Fiit Concept.
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